sábado, 9 de diciembre de 2006

CON MI CRUZ A CUESTAS


El camino es largo y empinado, ¡que pesada es la cruz que llevo a cuestas! levanto la mirada y veo la cumbre de la montaña cada vez más lejos, ya casi no puedo distinguir a quien me espera.

Se quebranta mis fuerzas y mi fé, tengo heridas en el cuerpo y en mi alma, pero mi corazón sigue latiendo a prisa, ¡no te detengas! me dice; no, no quiero detenerme, el amor que siento por Ud. Señor mío hace que resista, pero...

duele, como duele, hay muchas piedras en el camino que me lastiman, siento desmayar, ¡auxilio! caigo rendida. Nadie podría reconocerme quien soy, no llevo ninguna marca, ninguna señal, pasan curiosos a mi alrededor, pero mi cuerpo lleno de polvo yace tendido en el camino. De pronto siento unas gotas de agua en mis labios resecos, abro los ojos y lo veo, como una luz, como un resplandor, ¡es Ud. Dueño mío! me mira y sonrie, apenas puedo reincorporarme, su luz y su poder me ciega, ¡avanza esclava, no me decepciones más!

Ahora tambien puedo sonreir, es el estímulo que necesitaba.

Si adorado Amo, ¡ascenderé hacia Ud! llegaré y besaré sus pies.

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