miércoles, 22 de octubre de 2014

DOMINIO














Necesito tener el alma mansa 
como una triste fiera dominada, 
complacerle con púas la tersura 
de su piel deslumbrada en mansedumbre. 

Es preciso domarla, que su fiebre no 
me tiemble en la sangre ni un minuto 
que la aneguen los fuegos del aceite 
mas espeso de horror, y que resista. 

¡Oh, mi alma suave y sometida, 
dulce fiera encerrándose en mi cuerpo! 
rayos, gritos, helor, y hasta personas 
acuciándola a salir. Y ella, oscura. 

 Yo te pido, amor, que me permitas 
acabar con mi tigre encarcelado 
para darte (y librarme de esta furia)
una quieta fragancia inmarchitable.
(Carmen Conde)

No hay comentarios: